martes, 27 de abril de 2010

LA SUPERVÍA, que al menos en el mediano plazo traería respiro a la zona Poniente, se ha tornado en una versión chilanga de “Furia de Titantes”, pues la propuesta del jefe de gobierno del DF, Marcelo Ebrard, se topó con los intereses del “señor de las ligas” René Bejarano, pues un segmento de asentamientos irregulares con los que tiene compromiso resultarían desalojados con la obra. El que tendrá que dar la cara en lugar de Bejarano será su operador, Eduardo Santillán, jefe delegacional en Álvaro Obregón.

EN LA ASAMBLEA de la Ciudad de México también se vive esa pugna. La lideresa perredista Alejandra Barrales, que alguna vez hizo profesión de fe en la capilla bejaranista, le dio trabajo a varios parientes del citado Santillán. Sus adversarios aprovechan para sacarles a ambos los trapitos al sol.

LOS ANTROS que recibieron un revés en la Asamblea capitalina en su pretensión de cerrar sus puertas hasta avanzadas horas de la madrugada, han volteado la vista hacia el Estado de México, donde al parecer cuentan con condiciones más “propicias”. Los dueños de estos lugares, verdaderos lenones, han declarado que en Huixquilucan, donde despacha Alfredo del Mazo, les ofrecen recibirlos con los abrazos abiertos. Falta preguntar a los padres de familia de la zona, porque la fórmula no falla: más horas de antro-más alcohol-más accidentes-más lesiones y muertes de jóvenes.

EN SANTA FE, donde durante todo el día hay carros estacionados sobre las banquetas y en doble fila, han empezado a construir un “corralón” para llevarse los vehículos cuyos dueños incurran en estas infracciones. La iniciativa cuenta con el impulso del arquitecto Francisco Martín del Campo, líder de colonos en la zona. El problema es que se atiende el síntoma pero no la enfermedad.

EN LA IBEROAMÉRICA siguen las caras sonrientes tras la visita de Michelle Obama, la primera dama norteamericana. Un exitazo del tipo que nos tenía acostumbrados la Universidad Anáhuac, que conduce el padre Jesús Quirce. Pero por ahí no dejan de correr tiempos nublados, que deseamos se despejen p

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